La necesidad agudiza el ingenio humano. Así lo demostró Emile Leray , cuando su travesía por el desierto marroquí se transformó en una odisea mecánica y una lección de supervivencia. Tras una avería que dejó su Citroën 2CV inservible en medio de la nada, Leray decidió que rendirse no era una opción.
Un choque contra una roca había dejado su vehículo inutilizable en una zona árida, sin cobertura ni posibilidad de rescate. Pero Leray, ex técnico electricista y aventurero por vocación, se enfrentó al desafío con una mezcla de creatividad, paciencia y determinación.
Durante doce días, Leray desmontó su coche pieza por pieza, reutilizando cada componente con precisión casi quirúrgica. Con herramientas rudimentarias, convirtió el motor en tracción trasera, improvisó un manillar con el gato