Cuando el monte arde, como lo está haciendo estos días en España, se activa toda una maquinaria humana y técnica en la que cada pieza cumple su función para tratar de apagar las llamas. Una labor ardua que, en ocasiones, acaba costando la vida, como es el caso de los dos voluntarios leoneses fallecidos esta semana cuando trataban de sofocar uno de los focos iniciado el lunes pasado en Molezuelas de la Carballeda (Zamora).
En las tareas colaboran profesionales que dependen de distintas administraciones, desde agentes medioambientales y bomberos forestales a militares especializados, por lo que la coordinación resulta fundamental. El mando de la extinción siempre es profesional y depende de los organismos públicos, aunque los voluntarios pueden contribuir como apoyo logístico, básicamente e