Hubo un tiempo en que Lorca y Águilas estuvieron unidas por una “carretera tortuosa repleta de curvas”. El viaje a la playa “duraba una eternidad”. Pero bendita eternidad que permitía darte un buen remojón en aquellos días de intenso calor. “Muy pocos tenían coche entonces. Aquellos primeros vehículos iban siempre repletos de gente, y esa gente llevaba mil y un cachivaches para pasar la jornada bajo un sol abrasador que, todavía, no combatíamos con cremas. Y, entonces, ocurría lo que ocurría, que nos achicharrábamos y durante varios días el vinagre parecía la única solución. Eran remedios que nuestras abuelas y madres aplicaban hasta que apareció el ‘after sun’”. Así lo cuenta el constructor Joaquín Flores Alcázar, que recuerda sus viajes a la playa de Águilas “en el Seat 124 bla
Joaquín Flores Alcázar: “Iba a la playa de Águilas en el Seat 124 de mi abuelo por aquella carretera tortuosa”

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