En la Escuela Nacional de la Calidad del Café del SENA Quindío, el aroma del grano no solo evoca tradición y conocimiento, también cuenta historias de inclusión y superación. Una de ellas es la de Andrés Felipe León, aprendiz del Técnico en Barismo, quien convirtió el silencio en una oportunidad para soñar y crecer.

Andrés es una persona sorda que, gracias al acompañamiento del SENA, encontró más que una formación académica: halló un entorno donde su voz se expresa a través de las manos y el café se convirtió en el puente para conectarse con el mundo. Desde el inicio de sus clases, contó con intérpretes de lengua de señas y con estrategias pedagógicas que le permitieron avanzar con confianza en cada etapa de su aprendizaje: desde la recolección del grano hasta la tostión y la preparación

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