Estamos en el 2025 y la extrema delgadez vuelve a ocupar titulares, portadas y timelines. No es nostalgia de los 90: es la señal incómoda de que como sociedad seguimos obsesionados con disciplinar los cuerpos —sobre todo los feminizados—. No es estética: es control.
Mientras la Generación Z se presenta como crítica, moderna y consciente —y en muchos aspectos lo es—, la práctica cuenta otra historia: un revival de los patrones más antiguos y dañinos. Restricción extrema, culto al cuerpo delgado y libertad para opinar sobre cuerpos ajenos como si no hubiésemos aprendido nada. La lucha millennial por el respeto corporal y el rechazo al juicio estético está siendo desplazada, y muchas voces jóvenes, pese a proclamarse progresistas, repiten el guion conservador.
Las redes sociales, que alguna