El aguacero caía a cántaros, pero nada podía opacar el brillo de Shakira . En medio del caos organizado que solo una superestrella puede controlar, la cantante apareció, imponente, en un escenario resbaladizo y bajo un cielo plomizo. Su sonrisa, sin embargo, era un rayo de sol entre las nubes.
El vestuario, un elegante traje negro que contrastaba con la tormenta, parecía desafiar la adversidad. Desde el primer acorde de "Waka Waka" , la energía del público inundó la plaza, un mar de paraguas y celulares iluminando la noche. La lluvia, lejos de ser un obstáculo, se convirtió en un elemento más de una presentación inolvidable, un espectáculo de fuerza y resiliencia.
Detalles técnicos: La lluvia obligó a improvisar y a retrasar el inicio del concierto, pero la producción superó todos l