No hace mucho, a principios del siglo XXI, los recuerdos en fotografías se contaban por el número de exposiciones que tenía el carrete de 35 mm. Entonces, disparar estaba reservado a momentos especiales como excursiones en familia o con el colegio, graduaciones o cumpleaños.
Una vez reveladas, se guardaban en un álbum, con su fecha y lugar. Ahora, las redes sociales han contribuido a que hasta la comida o cualquier momento banal de la vida cotidiana sea objeto de ser fotografiado, hasta el punto de que, según Photutorial, cada día en el mundo se toman 5.300 millones de instantáneas.
El tener donde compartir imágenes ha provocado la democratización de la fotografía, sin embargo, el exceso de imágenes ha hecho que su valor disminuya, tal y como señala a EFE el fotógrafo Patricio Sánchez-Já