La cumbre de Alaska se convirtió en una victoria política de Vladímir Putin. Durante tres años insistieron en su aislamiento –lo calificaron de paria– y quisieron presionarlo para que acepte una tregua, en momentos en que sus tropas avanzan de forma persistente en camino a Kiev. Lejos de someterse a las presiones, los ultimátums y a las amenazas previas del propio mandatario estadunidense, fue recibido en alfombra roja, exhibió su sonrisa más afable y aduló al magnate devenido en presidente afirmando que "no hubiese habido guerra en Ucrania de haber estado Trump en el poder en 2022". En búsqueda de su ansiado premio Nobel de la Paz, el narcisismo de Trump se vio colmado, situación que permitió orientar los debates a áre4as de interés común como el vencimiento del que expira el 5 de febrero

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