Eleva el puño Alcaraz y brama con fuerza al cielo de Cincinnati . Un rugido familiar y propio de quien sigue instalado en el éxito. Será su séptima final en los últimos siete torneos que ha disputado. Se cita de nuevo contra Sinner , su archienemigo por antonomasia, después de rendir cuentas (6-4, 6-3) de un magullado Zverev que compitió con actitud buena, mejores voluntades, pero al que los problemas físico no le dejaron despegar por completo.
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