Soy un hombre que lee los periódicos de la semana pasada. Estoy suscrito a tres periódicos que llegan a mi casa impresos en papel, a la antigua, todas las mañanas. Aunque también pago la suscripción digital de esos diarios, me niego a renunciar al placer de leerlos en papel, manchándome los dedos de tinta negra. Las noticias son manchas. Uno las lee y se mancha, es inevitable. Las noticias son, casi siempre, interrupciones más o menos severas en la felicidad de las personas. Leyéndolas, uno se mancha no solo las manos, sino también el espíritu. Un par de horas me toma leer los diarios sin premura. Acabada esa tarea, soy ciertamente un hombre menos feliz. ¿Por qué insisto en leer las noticias, cuando sé que ellas nos informan de la maldad humana, la ruindad humana, la estupidez humana? No l

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