El gobierno de Javier Milei tiene un solo pedal: el de acelerar. Cada vez está más claro que eso, que en algún momento fue un activo, hoy se convirtió en un problema. El equipo económico da volantazos, dispuestos a forzar la máquina para llegar al 26 de octubre sin aumentos significativos en el valor del dólar ni en la inflación, aunque juren que se trata de dos variables independientes que no tienen absolutamente nada que ver. Esa fecha, sin embargo, parece cada vez más lejos.

El daño colateral es considerable. Esta semana generaron malestar al mismo tiempo con los bancos, a los que les encajaron un corralón, y con los industriales, que no pueden sobrevivir con las tasas super altas que convalidó el gobierno en su desesperada fuga hacia adelante. El cierre de listas, que concluye esta me

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