La casa estaba como cualquier día, en la partida de tute de Primera División salían a bronca por juego, siempre había una posibilidad mejor, quitarse el triunfo, no achicarse a la primera, las cuarenta son para cantarse, sal a palo largo... esas cosas del tute más noble. Y si jugaba Enrique Zapico paradas cuando a él le apeteciera para explicarte alguna cosa nada trivial, como las aventuras del pájaro Federico, que le movía las sardinas en la sartén a su mujer para que no se le quemaran si ella se entretenía en el panadero. Federico era uno más en la conversación. Aquel día irían por la séptima baza. Zapico llevaba bien de cuenta los tantos y ya habían cubierto, el juego ya estaba ganado, por lo que decidió posar las tres cartas restantes y regalarles una historia;la de la Tía Civila, por

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