
Ha empezado a estar claro que el tema de la inmigración, sobre todo, la ilegal y descontrolada, ha empezado a constituirse en un serio problema para los ciudadanos españoles. De todas las tendencias políticas, sociales y de cualquier extracto académico o científico .
España crece en población a buen ritmo porque la inmigración está llenando los huecos que el invierno demográfico deja cada año en España. No creo que una mayoría de españoles esté en contra de que lleguen las personas que realmente se necesiten y que los mismos gocen de los mismos derechos y obligaciones que los naturales.
He escrito mismos derechos y obligaciones, no vaya a resultar al fin y a la postre que nos vaya a ocurrir algo parecido en los países escandinavos en las últimas décadas.
Abrazo, trabajo y derechos para los que vienen a compartir legalmente la vida con nosotros. Expulsión para aquéllos que ponen palos en las ruedas en el desarrollo y la convivencia pacífica entre los españoles; algo similar a lo que debe ocurrir con los okupas. Y todo el mundo sabemos que han llegado miles de mentirosos que han mentido, incluso, en su edad, intentando aprovecharse de una democracia abierta y generosa como la española.
Es un programa de órdago, no sólo para nuestro país. Lo es para todas las naciones civilizadas del mundo libre. Europa y su gobierno transnacional deben marcar las pautas sobre la base del realismo y del posibilismo. No vaya a ser que suceda como ha sucedido en Alemania, donde la extraordinaria generosidad e ingenuidad de Angela Merkel en temas de inmigración ha posibilitado el resurgimiento de un partido xenófobo y nazi .
Entre la clase dirigente española hay, a este respecto, mucho c inismo e hipocresía. ¿Que hay que acoger a menas? ¡Fantástico! Pero que los acojan otros, como está ocurriendo en Cataluña y País Vasco y ha sido aceptado por el Gobierno Sánchez.
En este sentido, le convendría muy mucho al Partido Popular aclararse cuanto antes en las líneas fundamentales relativas a este problema, uno de los más transcendentales a los que se enfrenta la nación. Porque l os ciudadanos perciben claramente en estos asuntos quiénes pisan con ideas claras y quienes están al socaire del lado que sopla coyunturalmente el viento.