Cuando el bosque arde, arde también nuestra casa

Otra vez humo en el horizonte. Otra vez la misma imagen repetida: montañas enteras convertidas en brasas, animales huyendo despavoridos, pueblos encerrados en un silencio de ceniza. En España, Portugal y Francia, las últimas semanas nos han dejado decenas de miles de hectáreas reducidas a carbón. Para que el lector lo visualice: cada hectárea equivale más o menos a un campo y medio de fútbol. Así que cuando decimos que en Galicia han ardido 10.000 hectáreas, estamos hablando de 15.000 campos de fútbol convertidos en un desierto negro. ¿Alguien puede imaginarlo sin encogerse?

Ni la inversión millonaria ni las campañas de concienciación han frenado la tragedia. Al contrario, cuanto más se multiplica el gasto en estructuras, consejerías, brig

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