La mecha pocas veces prende sola... Es la mano humana la que en muchos casos echa la cerilla sobre el pábilo que acaba arrasando miles de hectáreas de tierra cada verano a lo largo y ancho de lo que los griegos llamaron piel de toro. Pese a que provocar un incendio que comporte peligro para la vida o la integridad física de las personas está castigado en España con penas de entre 10 a 20 años de cárcel, más el pago de una multa, las sanciones no siempre disuaden a quienes gasolina en mano acaban con la vida de los campos, bosques e incluso parajes naturales que ellos mismos deberían proteger.
El país atraviesa en los últimos días una oleada de incendios que azota a ocho comunidades, con fuegos muy violentos avivados por un calor extremo. En el 68 por ciento de los casos, las llamas brota