Un disidente poco común
Alexander Litvinenko no era un disidente común . A los 37 años, era un militar de alto grado que se desenvolvía en el corazón del aparato de seguridad ruso, la FSB, heredera directa de la famosa y temida KGB. Conocía métodos, operaciones y nombres. Durante la década de 1990, en plena Rusia convulsionada, denunció a sus superiores por corrupción y por ordenar asesinatos. Aquellas declaraciones lo pusieron en la mira de un sistema que no perdonaba a quienes rompían el pacto de silencio.
Litvinenko era incómodo , porque hablaba con datos, con documentos, y porque estaba dispuesto a señalar la línea directa que unía a ciertos grupos de inteligencia con el crimen organizado ruso. Su primera gran confrontación con la cúpula fue en noviembre de 1998, cuando, junt