Hay un cuento de Nataniel Hawthorne que recurrentemente viene a mi mente, cada vez que siento la tentación de tirar a la basura lo que tengo escrito o lo que estoy escribiendo. El cuento es El diablo en el manuscrito, en el que un joven escritor, cansado de los rechazos editoriales, cede al impulso de prenderles fuego a sus manuscritos. Nadie siente mayor estima por sí mismo que un mal escritor, y es por eso que Oberón se ensaña con su propia obra. Detesta todo lo que salió de su cerebro convertido en palabras y desea que sus manuscritos desaparezcan de su vista. Entonces les prende fuego, pero mientras el fuego devora sus papeles, el viento se lleva lejos las chispas, y estas provocan un incendio que termina devorando toda la ciudad. Y entonces Oberón, triunfal, imagina que podría describ
El diablo en el manuscrito

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