En la capital de Estados Unidos, un simple bocadillo se ha convertido en símbolo de resistencia. Quien lo lanzó, un empleado del Departamento de Justicia, ha perdido ya su trabajo y podría acabar en prisión.Sean Charles Dunn, de 37 años, se topó, como muchos otros vecinos de Washington, con una escena poco habitual el domingo pasado: la ciudad tomada por patrullas de agentes federales. El FBI, la Patrulla Fronteriza, la Guardia Nacional… uniformes, chalecos antibalas y pistolas al cinto se desplegaban por una capital que no había visto antes una presencia tan numerosa de fuerzas federales en sus calles.No es que Dunn hubiera sido parado en uno de esos nuevos controles. Venía tranquilamente de comprarse algo para comer en el Subway de las calles 14 y U cuando se encontró con varios agentes

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