En Lima hay una flor que solo aparece cuando el invierno llega. No le teme al frío ni a la neblina. Al contrario, se abre paso entre las piedras y la tierra húmeda, como diciendo: “Aquí estoy”. Es la Flor de Amancay , la flor símbolo de nuestra ciudad, y su historia no es solo bonita: es una historia de resistencia, de amor por la naturaleza y de gente que decidió no mirar al costado.

A solo 40 minutos del tráfico, el cemento y el bullicio de la capital, entre Lurín y Pachacámac, hay un lugar que parece otro mundo. Se llama Santuario de Amancay y este 21 de julio cumplió cuatro años como Área de Conservación Privada (ACP), pero la empresa UNACEM lleva 25 años protegiéndolo.

Sí, un cuarto de siglo cuidando este hermoso ecosistema, donde hoy hay 787 hectáreas llenas de vida, con más

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