A los genios, los elegidos que además son plenamente conscientes de estar tocados por la varita, lo que les estimula es el reto de demostrar lo superiores que son. A Lamine Yamal, con solo 18 años, le pasa. Lo volvimos a comprobar en el debut liguero ante el Mallorca cuando el partido languidecía con un cómodo 0-2 en el marcador, el rival con nueve desde la primera parte, calor intenso y en los últimos minutos de deshecho. Fue entonces cuando Jan Salas se encaró con él, un empujoncito, un intercambio de palabras y en la jugada siguiente Lamine se tomó la venganza futbolística con un gol marca de la casa. Ese que sabes que va a hacer, que ya ha hecho antes y que al final inevitablemente termina haciendo porque no hay quien lo pare. Es un aviso y también toda una declaración de intenciones:

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