Yong Ho Yu tiene 68 años, los ojos rasgados y el cabello entrecano. Nació en Seúl. Llegó al puerto de Buenos Aires cuando tenía 8 años, después de dos meses de viaje en barco, con su padre, su madre y cuatro hermanos. La suya fue una de las primeras familias coreanas que emigraron a la Argentina. Buscaban un futuro más próspero que el que les auguraba por entonces en su país, arrasado por la pobreza que les había dejado la guerra. “Acá estaban los indios, pensábamos nosotros. Y nos encontramos con una ciudad con edificios” , cuenta a Página/12 Yong Ho Yu, empresario del rubro inmobiliario, mientras recorre “Un lugar para quedarse” , la exhibición montada en el Museo Nacional de Arte Oriental --en la misma manzana de las Galerías Pacífico-- que conmemora las seis décadas de la comuni

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