La Macarena necesitaba que se le hiciera un retoque.

En esto estaban de acuerdo muchos en Sevilla, una ciudad con una devoción acérrima a una afligida estatua de madera del siglo XVII de la Virgen María. En junio, los miembros de la Hermandad de la Macarena, encargados durante siglos de proteger la imagen, la sacaron de su santuario para hacerle algunos retoques. Pero la Macarena —que tiene el mismo nombre que la canción cantada por un dúo local que conquistó estadios y bar mitzvás en la década de 1990— volvió del taller de un restaurador con una operación estética total en los ojos.

El retoque le dio pestañas más largas, un aspecto más ahumado en la mirada y cambios en la piel y la nariz. La indignación entre los habitantes de la ciudad, muchos de los cuales llevan medallones y pulseras

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