Querétaro, Querétaro- A Mario le toma una hora y veinte minutos salir de su casa en Irapuato, Guanajuato, para llegar a su escuela primaria en Querétaro. Otro tanto igual invierte en el regreso. Su diaria implica casi tres horas de traslado, y no es por gusto.

Su madre, preocupada por las constantes balaceras en su ciudad de origen, tomó la decisión de inscribirlo en una escuela queretana. La violencia ha dejado al niño con “terrores nocturnos” , según relata Guadalupe, su maestra de cuarto de primaria.

Aunque el caso de Mario es extremo por su corta edad, su historia refleja un fenómeno : estudiantes que abandonan sus ciudades para encontrar en Querétaro un lugar más seguro donde estudiar.

En la Universidad Autónoma de y en otras instituciones de educación superior, la prese

See Full Page