El humo se cierne como un sudario sobre Orense y el aire huele a madera muerta. Galicia continúa asistiendo, casi impotente, a una tragedia forestal que marcará su memoria durante años. Las cifras hablan por si solas: la cifra de hectáreas calcinadas asciende ya hasta las 59.313 , aldeas rodeadas por las llamas y un territorio herido.

Nunca antes, en la memoria reciente colectiva, el fuego había alcanzado tal magnitud en la comunidad; nunca antes tres incendios habían alcanzado de forma simultánea las primeras posiciones en el nefasto ránking de los peores que se recuerdan.

El más devastador es el de Chandrexa de Queixa , que comenzó en las parroquias de Requeixo y Parafita y acabó uniéndose al de Vilariño de Conso, en Mormentelos. Entre ambos han arrasado, según la última actualiz

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