Ante una oposición desgastada, con enfrentamientos internos, fracasos y que no permite su renovación para darle paso a nuevas generaciones, se acerca un escenario de reemplazo para quienes llevan 25 años presentándose como fórmula de cambio. Los ciudadanos están psicológicamente agotados de observar y escuchar a las mismas personas prometiendo lo mismo y fallando. Es como estar dentro del cine, ver la misma película durante 25 años y que lo único diferente sea el color de las butacas. En Venezuela nadie renuncia o asume públicamente la responsabilidad de sus desaciertos ya que eso representa, según la lógica caudillista, un símbolo de debilidad.
Las taras políticas son parte del problema y esto tiene un origen cultural, psicológico e individual. La primera, es que muchos dirigentes se sie