Birmania despertó este lunes con una bomba política: la junta militar, al mando del general Min Aung Hlaing, ha anunciado elecciones generales para el 28 de diciembre, un ejercicio escalonado que para ciertos expertos huele a trampa. Cuatro años y medio después del golpe sangriento de 2021 que derrocó a Aung San Suu Kyi y desató una guerra civil, el régimen apuesta por una votación condenada por algunos como un montaje para afianzar su poder, mientras el país se desangra.

Es el primer intento electoral desde el alzamiento militar, pero las cifras lo dicen todo: más de 4.000 muertos, 3 millones de desplazados y un conflicto que se enquista entre el ejército y grupos étnicos armados, muchos de los cuales ya amenazan con bloquear los comicios en sus territorios. Las promesas previas de votac

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