Mucho antes de convertirse en leyenda dentro del octágono, Khabib Nurmagomedov ya enfrentaba desafíos que lo moldearían como atleta imbatible. En las gélidas mañanas de Daguestán, mientras la mayoría de los aspirantes al éxito buscaban la última tecnología en centros de alto rendimiento, él corría entre piedras y niebla, esculpiendo su cuerpo en el entorno más hostil y puro posible. Su historia comenzó en silencio, lejos de los reflectores, entre montañas que no ofrecían tregua ni concesiones.
En esta región del Cáucaso, donde la lucha es parte de la identidad cultural, el joven Khabib adoptó un estilo de vida marcado por la austeridad y la resistencia. Aislado de lujos, entrenaba con troncos, piedras y la misma tierra como aliada. Según Men’s Health, su rutina evitaba cualquier com