Un huerto, gansos, y ningún hombre. Este alojamiento rural forma parte de las comunidades femeninas que se multiplican en China. Allí las mujeres buscan descanso y apoyo mutuo, lejos de las presiones socioprofesionales y de los juicios masculinos.

¿Sus motivaciones? "Hablar libremente de temas íntimos", "hacer amigas" o "sentirse seguras", explican las participantes en esta casa blanca situada en la ladera de una colina.

Tras preparar panes al vapor rellenos de carne en la cocina con vista a las montañas, las mujeres charlan en la acogedora sala de estar, donde las risas brotan alrededor de un juego de mesa y cafés con leche.

"Un espacio 100% femenino es tranquilizador. Entre mujeres hablamos más fácilmente de ciertas cosas", como relaciones amorosas o heridas emocionales, afirma Zhang

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