La eliminación de harinas, especialmente las refinadas, es un terreno como estrategia nutricional entre quienes buscan mejorar su salud metabólica o reducir peso corporal. Aunque inicialmente asociada a condiciones médicas como la celiaquía, esta práctica se ha extendido a personas sin intolerancias específicas, motivadas por el interés en optimizar su alimentación diaria.
Diversos estudios, como los realizados por el Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, (España), señalan que reducir el consumo de alimentos ricos en almidones puede contribuir a la prevención de enfermedades crónicas. Entre los beneficios más destacados se encuentran la disminución de triglicéridos, el control de la presión arterial y una mejor regulación de la glucosa, factores clave en la protección cardiova