
Cada año llegan al mercado decenas de smartphones con especificaciones que parecen sacadas de un manual de ingeniería. Q ue si RAM, núcleos, tasa de refresco o inteligencia artificial. Todo esto puede asustar a cualquiera y hace que elegir un móvil pueda ser complejo. La clave está en traducir esa jerga técnica a un lenguaje sencillo que nos permita decidir sin miedo a equivocarnos.
No todo es el procesador, pero importa
El procesador es el cerebro del móvil. Si lo tuyo son los juegos exigentes o aplicaciones de edición, te interesa un chip de gama alta como los Qualcomm Snapdragon de la serie 8 o los Apple A-series. En cambio, para un uso cotidiano, WhatsApp, redes sociales o navegar, basta con un procesador de gama media, que suele ofrecer un buen equilibrio entre potencia y precio.
El problema llega cuando las marcas usan nombres enrevesados que confunden más que aclaran. Saber que un Snapdragon 7 Gen es intermedio o que un MediaTek Dimensity 9300 es de gama alta te ayuda a no perderte.
RAM y almacenamiento, las claves
La RAM determina cuántas apps puedes tener abiertas sin que el móvil se ralentice. Hoy en día, 8 GB es lo recomendable si quieres cierta fluidez, aunque modelos con 16 GB o más están pensados para usuarios exigentes.
El almacenamiento es otro punto crítico, los 256 GB se han convertido en el nuevo estándar, pero si haces muchas fotos o vídeos, lo ideal es optar por 512 GB o más. Y ojo, no todos los móviles permiten ampliar con tarjeta microSD.
Pantalla, más allá de las pulgadas
Las pulgadas marcan el tamaño, pero la calidad de la pantalla también se mide en resolución y tasa de refresco. Una pantalla Full HD+ es suficiente para la mayoría, mientras que los 120 Hz de refresco ofrecen una fluidez que se nota al desplazarse por menús o jugar. La tecnología OLED o AMOLED también gana enteros, ya que muestra negros más profundos y colores más vivos que los paneles LCD.
Batería y carga rápida, imprescindibles
Un móvil con 5.000 mAh suele aguantar sin problemas un día completo, incluso con uso intensivo. Pero la diferencia está en la carga rápida: algunos modelos alcanzan 60 W, 80 W o incluso 120 W, lo que permite tener el teléfono listo en pocos minutos. Eso sí, conviene fijarse en si el cargador viene incluido en la caja, porque cada vez más fabricantes lo eliminan.
Megapíxeles no lo son todo
La cámara es de lo primero en lo que se fija mucha gente. Sin embargo, más megapíxeles no siempre significa mejores fotos. Lo importante es el sensor, la apertura y el procesado de la imagen con ayuda de la inteligencia artificial. Si haces muchas fotos de paisajes, busca un gran angular de calidad. Si prefieres retratos, fíjate en que tenga teleobjetivo o buenos algoritmos de desenfoque.
La importancia de la experiencia de uso
Más allá de la ficha técnica, lo que realmente cuenta es cómo se siente el móvil en tu día a día. El sistema operativo, la capa de personalización y la frecuencia de actualizaciones pueden marcar la diferencia. Por eso, elegir un móvil que se adapte a lo que necesites es el principal punto de partida.