De terror. El gesto se define así. El hincha de Independiente tendrá unos cincuenta años y enseña desde el otro lado de la alambrada dos trozos de mampostería que acaban de caerle encima. Está en la Pavoni baja. A su lado, hay gente que intenta huir a la platea para guarecerse de la lluvia de piedras que cae desde el sector alto de la cabecera. El que ocuparon los “hinchas” de la U de Chile que desataron el caos.
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No está claro cuál fue el catalizador del estallido que se inició cuando promediaba el primer tiempo, con el partido ya 1-1. Poco importa pues nada justifica arrojar butacas, palos y cascotes de una tribuna a otra. Acaso tan vergonzoso como la facilidad que tuvieron los violentos