En México, los reality shows se han convertido en un fenómeno televisivo y digital que trasciende la pantalla. Desde el impacto que tuvo Big Brother a principios de los 2000 hasta formatos recientes como La Casa de los Famosos México, Exatlón, Survivor o MasterChef, este género sigue generando conversación, polémicas y un fuerte vínculo con la audiencia.
El secreto del éxito radica en la capacidad de los realities para conectar emocionalmente con el público. Los espectadores eligen a sus favoritos, crean “equipos” y los defienden con la misma pasión con la que apoyarían a un familiar o un equipo deportivo. Ese vínculo genera fidelidad y asegura que el programa no solo se consuma en televisión, sino que se viva en redes sociales.
A diferencia de otros géneros, el reality invi