Colombia atraviesa un escenario político y social marcado por la polarización. El pueblo se encuentra dividido entre posturas que, aunque se presentan como opuestas, provienen de una misma generación de dirigentes que ha permanecido en el poder por más de tres décadas. Esta continuidad de élites ha generado un desgaste en la confianza ciudadana y un sentimiento creciente de inconformidad frente a la política tradicional.

El país parece atrapado en una disputa de poderes que no ofrece salidas reales a las necesidades de la población. En medio de este panorama, surge la exigencia de renovación: el llamado a que nuevos líderes jóvenes asuman el reto de transformar la política nacional. Voces frescas, con sentido de servicio y capacidad de interpretar los desafíos contemporáneos, resultan cad

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