No entró por la vista, pero sedujo desde el primer bocado. El dulce de leche tuvo un poder irresistible en la boca que se potenció en sociedad con ingredientes tan variados y opuestos como cacao, vino Malbec, frutos tropicales, queso, jalapeño y pistachos.

El alfajor —la tradicional golosina argentina que consistió en su versión original en dos galletas redondas de harina unidas por dulce de leche y bañadas de chocolate— se transformó en el nuevo fetiche de la pastelería local por su naturaleza versátil para combinar tantos sabores como paladares hay.

El furor por este dulce quedó en evidencia el último fin de semana en la cuarta edición del Campeonato Mundial del Alfajor, una muestra en la que decenas de fabricantes promocionaron sus productos con degustaciones y compitieron por el prem

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