Me desperté con la sensación de que mi vida comenzaba de nuevo, aunque todo parecía idéntico a ayer. La ciudad extendía sus sombras sobre las calles conocidas, silenciosa e indiferente a mis pensamientos.
Cada gesto cotidiano se repetía con precisión mecánica, como si el mundo insistiera en recordarme la rutina que creí haber elegido. Caminaba entre la gente buscando alguna novedad que nunca llegaba, consciente de que algo escapaba a mi control.
La luz que se filtraba entre los edificios bañaba la acera con un tono suave y extraño, invitando a la reflexión. Observé a las personas que pasaban a mi lado, con la mirada fija en destinos invisibles, ignorantes del guion que parecía escribir sus pasos.
La ciudad se desplegaba como un escenario donde cada actor interpretaba su papel sin cuesti