En la actualidad, vivimos inmersos en una época de sobreestimulación constante que pone a prueba nuestra capacidad de gestionar emociones y pensamientos de forma saludable. Se calcula que una persona puede llegar a tener decenas de miles de pensamientos al día, muchos de ellos automáticos, repetitivos y cargados de juicio. Esta actividad mental incesante, combinada con un entorno que exige respuestas inmediatas y una atención fragmentada, puede derivar en ansiedad, agotamiento y falta de claridad emocional. La gestión consciente de lo que sentimos y pensamos a lo largo del día se vuelve, por tanto, una habilidad clave para mantener el equilibrio personal y prevenir el deterioro del bienestar psicológico.

Las redes sociales agravan esta situación al amplificar la comparación constante co

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