Desde su primer contacto con la élite, todo lo concerniente a Mikel Jauregizar se produce a toda velocidad . Sus vivencias se han ido entrelazando sin casi margen al respiro o la reflexión. Antes del verano de 2024 apenas asomó la cabeza, era un pipiolo de Lezama jugando unos ratitos sin poder asimilar la amplitud del salto desde el filial.

Nada extraordinario, antes que él fueron decenas los que conocieron una experiencia similar. Un año después, sus estadísticas habían crecido de manera exponencial: añadió tres mil minutos a los 200 testimoniales del primer año. Acabó el curso siendo el cuarto de la plantilla en dicho apartado. Estuvo en 48 partidos, la mayoría de inicio . Valverde llegó a declarar que había que proteger a un chico tan joven, aunque hiciera con él exactame

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