En anteriores columnas, ya en el 2002, 2023 e inicios del 2025, venimos avizorando una suerte de evolución de coaliciones personalistas a conglomerados electorales de baja cohesión y coherencia ideológica, nuevos actores disruptivos en la política y dinámicas tensionadas en el poder legislativo.
Esto se refuerza en los armados de cara a elecciones legislativas en donde cada vez más los partidos refuerzan movimientos centrífugos alentando divisiones, salidas, y hasta nuevos frentes de corto plazo y exiguo reconocimiento ideológico o memorabilidad en el mediano plazo.
En este escenario de certezas en donde la representación se mantiene rutinariamente pero cada vez más se asemeja a una instancia moldeable para la política nos encontramos con:
conglomerados que se articulan pragmáticame