Los atentados recientes en Cali y Antioquia han vuelto a exponer la compleja red de actores armados que sigue operando en Colombia, décadas después del inicio de los procesos de paz. Aunque los acuerdos de 2016 con las FARC prometían el fin del conflicto, varias disidencias rechazaron la desmovilización y mantienen el control de territorios estratégicos, mientras clanes del narcotráfico consolidan su influencia económica y política. Cada uno compite por el control territorial y por los beneficios de la economía ilícita que sigue marcando la vida de muchas comunidades rurales.
Entre los principales grupos señalados se encuentran el Estado Mayor Central (EMC) y la Segunda Marquetalia, dos de las principales estructuras disidentes de las FARC . Estos grupos, que reclaman la herencia de