Entre finales de los ochenta y principios de los noventa, puede decirse que fue mi época más viajera. Peregrinaje por rutas españolas, que entonces no era poca cosa. Era lo suficientemente joven aun y ganaba el suficiente dinero. Y algo importante, unos amigos, en unas ocasiones, una pareja en otras, o una combinación de ambas cosas, las menos de las veces, que me secundaban con entusiasmo en esas cabalgadas a la aventura a lomos de un Renault 5 rojo o el 11 del mismo color, según el que lo aportara de los que teníamos entonces coche. Digo a la aventura y digo bien, no había reservas previas e, incluso, ni rutas previstas, salvo tener claro la zona de nuestros movimientos.

En aquellos años buscábamos principalmente en los viajes largos veraniegos las tierras del Norte, léase Asturias y Ca

See Full Page