Por: Rosa María Agudelo – Directora Diario Occidente

Hace 35 años comencé a escribir sobre jóvenes. Tenía 20 años, tan joven como los protagonistas de mis crónicas.

Recuerdo especialmente un hecho que marcó mi visión sobre la juventud en Colombia: un disturbio en el centro de reclusión Valle del Lili.

Conocí allí a jóvenes atrapados por el delito, manipulados por grupos criminales que usaban la ley del menor como escudo.

La falta de opciones los convertía en piezas de un engranaje violento.

En esos días, la policía organizaba torneos de fútbol en Aguablanca como alternativa. Un día, la actividad se canceló por amenazas a los organizadores.

Muchos jóvenes preferían entrenar antes que servir de campaneros a bandas criminales. Lo que viví entonces no fue un hecho aislado.

Ha sido un e

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