Oia pasó el jueves una noche toledana. Los vecinos que se lo pudieron permitir durmieron con un ojo abierto, atentos a lo que ocurría y, los que no, trabajaron junto a los medios de extinción a destajo. Otros se quedaron fuera de sus casas, con el corazón en un puño y la esperanza de que el incendio no les alcanzase.
El fuego, que ya arrasó 40 hectáreas, comenzó junto a la carretera de Baiona, al pasar cabo Silleiro y el núcleo de As Mariñas. Escaló impulsado por el viento, tragándose toda la vegetación que encontraba a su paso. En pocas horas ya se deslizaba por la ladera y oscilaba hacia la carretera. El humo, negro, cubrió el camping de Mougás y hasta 300 personas tuvieron que salir lo más rápido posible, con sus cosas o sin ellas. No se respiraba bien, era difícil pasar una noche as