CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El siglo XX regaló a México una constelación de voces que marcaron para siempre la vida intelectual del país. Entre ellas, destaca la de Margit Frenk (Hamburgo, 1925), quien cumple hoy cien años. Su biografía es también la historia de un tránsito fecundo: de la niña que llegó como exiliada a México en 1930, al ícono académico que encarna una lección de paciencia, rigor y sensibilidad.

Su figura es la de una mujer que encontró en la lengua no sólo un instrumento de estudio, sino un refugio existencial; y en la literatura popular, un horizonte de conocimiento y libertad. En un mundo marcado por guerras y desplazamientos, Frenk se aferró a la palabra sencilla, a la copla y al canto anónimo, convencida de que allí se encontraba el pulso más auténtico de la memoria.

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