Las tarifas impuestas por Washington buscaban reducir el déficit comercial y recuperar la pujanza industrial, pero hasta ahora los datos reflejan más distorsiones que avances

El mundo baila al ritmo de la imprevisibilidad que resuena desde Washington. La guerra arancelaria iniciada por Donald Trump ha traído de vuelta viejos fantasmas de tensión e incertidumbre que, al menos en el plano comercial, parecían superados. El presidente estadounidense ha puesto en marcha una batería de aranceles que golpean indistintamente a socios y rivales , con la promesa de reducir el déficit comercial, devolver músculo a la maltrecha industria nacional y que el Cinturón del Óxido vuelva a brillar. Pero, al menos a la vista de los datos disponibles hasta ahora, la batalla está lejos de lograr su objet

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