PERDONEN, pero no tengo otro remedio. Primero, sincerarme conmigo mismo. Después de 15 días de receso, hoy lunes vuelvo al tajo de esta columna machacona y prescindible. No he aprovechado el tiempo para irme a la playa, tomar el sol, apagar incendios, o para hacerme un lifting estético como Pedro Sánchez. No. He pasado por el taller hospitalario, que es muy distinto, para hacerme algunos arreglicos. Oportunos para seguir respirando «trece veces por minuto», que escribía Celaya. En segundo lugar, es necesario hacer autocrítica ante ustedes, que conocen cómo respiro, y que son, desde hace años, mi esencial compañía.
Tengo un problema existencial como columnista. Un problemón de enganche. La realidad política del sanchismo se me está convirtiendo en una desgracia, en una manifestación folkló