En el corazón de Mourente, a las puertas de una pequeña capilla barroca, vive en silencio un gigante que ha visto pasar medio milenio de historia de Galicia. El Carballo de Santa Margarida, al que los pontevedreses llaman con devoción “el matusalén de Pontevedra”, no es un árbol cualquiera. Es testigo de rituales druidas, amores secretos, conjuras políticas y hasta fusilamientos de guerra . Sus raíces han sentido la caricia del agua milagrosa de la fuente cercana, sus ramas han soportado huracanes y rayos, y su tronco guarda aún cicatrices de plomo.

Cuenta la tradición que este roble común, hoy catalogado como ‘árbore senlleira’ por la Xunta de Galicia, es el último superviviente de la Carballeira dos Gafos , un bosque antiguo que poblaba el entorno de Pontevedra.

Allí, según se dice

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