Así no puede funcionar un país.
Resulta que, desde la Constitución de 1978, España (no “el Estado”, como repiten majaderamente algunos) decidió reorganizarse y desplegar una forma de convivencia y un sistema político (ahora sí, un Estado) sustentado en una profunda distribución del poder entre las Instituciones que representan a toda la ciudadanía española y unas Instituciones de autogobierno de sus comunidades territoriales.
A pesar de lo que cacareen los voceros del conservadurismo, esa forma de convivencia y esa forma de Estado no sólo retoma las mejores tradiciones españolas, sino que es la más propicia para lograr integración, solidaridad y la que más se adapta a la realidad efectiva de la riqueza territorial y humana de este viejo País. Al modo de ser de España.
Sin embargo, ASÍ n