Durante siglos, los muros del monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil guardaron un secreto que nadie sospechaba. Tras capas de cal y los relicarios laterales del coro, pinturas murales de los siglos XV y XVI esperaban en silencio a que alguien levantara el velo del tiempo. Gracias a un meticuloso trabajo de restauración, esas escenas vuelven a iluminar el presbiterio del templo ourensano y aportan nuevas piezas al rompecabezas artístico de la Ribeira Sacra.

Un hallazgo tras siete capas de cal

El descubrimiento comenzó casi por azar . Cuando se retiraron los armarios-relicarios situados junto a las sillas del coro, aparecieron pequeños fragmentos de color que llamaron la atención del equipo de especialistas. A partir de ahí se abrió una investigación sistemática: el Centro d

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