La música tiene el poder de transportar a las personas a lugares inimaginables, pero para Pathrycia Mendonça , el viaje de su vida fue uno físico. Con tan solo 12 años , y con una pasión inquebrantable por el violín, Mendonça se embarcó en una rutina que definiría su futuro: cada semana, salía de Barquisimeto a la medianoche en un autobús de ocho horas para llegar a Caracas al amanecer .

El propósito era claro: asistir a sus clases de violín en El Sistema , el programa de formación musical que ha transformado la vida de miles de jóvenes en Venezuela.

“Iba a mis clases y, al mediodía, volvía a mi ciudad con mi madre”, recordó la violinista en una entrevista para la BBC.

En la reseña Mendonça señaló que este sacrificio, acompañado por el incondicional apoyo de su madre, no so

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