La facturación electrónica (FE) dejó de ser una herramienta limitada a los procesos fiscales y se ha convertido en un motor de transformación digital para economías emergentes y desarrolladas. Su impacto va desde la recaudación tributaria hasta el acceso al crédito de pequeñas empresas.

Este sistema, que debutó en Chile en 2003 y luego se expandió por América Latina con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) , se consolidó como un modelo de referencia global. Actualmente, casi 90 países implementaron o están en camino de implementar la FE como parte de sus estrategias fiscales.

Beneficios en América Latina

La adopción de la factura electrónica en 17 países de la región ha reducido costos administrativos, agilizado pagos y mejorado la transparencia en las operaciones

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